Cada año las marcas superan las pretensiones de estatus, si bien no aportan avances reales en doce meses, nos hacen sentir que estamos apartados de las tendencias y que hemos quedado atrás, si es que no poseemos el último equipo lanzado; incluso puede parecer que no estamos ganando lo suficiente para ser exitosos o alcanzar las “metas deseables de vida“.
Ser felices se convierte en una meta para alcanzar y va a ser más feliz quien más puede lograr. Mejor trabajo, mejor pagado, más viajes, más y “mejores” compras, placeres más exclusivos y constantes. La felicidad ha dejado de ser el estado de vida natural y se ha transformado en un bien para jactarse en las redes sociales. ¿Esto es una vida hedonista? No lo es.
En el hedonismo de Epicuro el placer está matizado por el referente ético, significado en una vida austera, por tanto, la austeridad es el cerco del placer, es decir, según esta perspectiva no hay la vivencia ilimitada del placer.
Yolimar Herrera Bastardo – EL PLACER: ESCENARIO ESTÉTICO – VITALIZADOR DE LA EDUCACIÓN
El Tetrapharmakos de Epicuro de Samos, uno de los fundadores del hedonismo, nos podría dar bases para salir de muchas de las preocupaciones en este mundo decadente y lleno de falacias estéticas, mantras de prosperidad y pretensiones sin lugar.
En su “medicina de cuatro ingredientes”, Epicuro nos recuerda que no es necesario tener o servir a los dioses, o al dios judeocristiano en nuestro lugar, puesto que para él les éramos irrelevantes, hoy hemos llegado a entender que no existen y no son más que vaciedades estresantes, exigencias limitantes o remedios inútiles. Si bien, no tenemos pruebas de que dios no existe, en realidad tampoco hay pruebas de que sí exista, cosa que están obligados a probar los creyentes; así que ¿para qué preocuparnos de eso, de servirle o de creer? Y, es más: ¿De qué sirve ganar esperanza desde la fe en un dios que no está allí? ¡Dejemos de temer a los dioses!
Sugiere también dejar el temor a la muerte pues mientras huimos de ella, estamos vivos y cuando ella llega, lógicamente ya no lo estamos, así que no tiene caso perder la vida en temor por ella.
Las cosas buenas, lo disfrutable de la vida, están a la mano para tomarlas. Esta moderna cadena de esfuerzos para “mejorar”, para “ser nuestra mejor versión” y para “tener lo que merezco y si es menos, no lo quiero”, llena de iPhones 15 y marcas para todo es un afán infructuoso si lo comparamos con aprender a disfrutar de todos los placeres y beneficios de una vida que es plena de disfrutes en la simplicidad y sencillez de lo que tenemos a la mano.
Epicuro distinguía entre tres tipos de deseos: los naturales y necesarios, los naturales y no necesarios, y los no naturales ni necesarios. Los primeros son los que se refieren a las necesidades básicas para la supervivencia y la salud, como el alimento, el agua o el refugio. Los segundos son los que se relacionan con el placer, pero que no son imprescindibles para la felicidad, como las comidas suntuosas o los adornos. Los terceros son los que se originan por la opinión o la costumbre, como el poder, la fama o la riqueza. Epicuro recomendaba satisfacer los primeros, moderar los segundos y rechazar los terceros, ya que estos últimos son fuente de ansiedad, frustración y conflicto.
Francisco Castro Guerra – El tetrafármaco epicúreo: cuatro principios para la felicidad
¿Y qué con el dolor? Pues hoy lo tenemos más fácil, porque podemos tratarlo, pero no conviene evadirlo, enmascararlo, disimularlo o negarlo. La vida es casual (no causal) y el dolor sucede, a veces con frecuencia y se acumula. Aprender a pasarlo, a sobrellevarlo no como algo que merecemos o como algo que nos prueba, sino como un accidente del terreno que cruzamos es algo bueno. ¿Murió o nos dejó alguien? Hagamos duelo. ¿Tenemos hambre, enfermedad o miseria? Busquemos una solución a la mano sin sufrir más por ello, no permitamos que el dolor nos nuble la mente y nos evite ver las salidas, porque como dice el principio anterior “lo bueno llega”. Desde luego que si carecemos de todo privilegio el dolor será frecuente y constante, pero es allí donde dejar de luchar con el dolor ayuda más. De ese modo los esclavos del sur en Estados Unidos crearon el Jazz, el Soul y sobrevivieron luchando.
No es autoayuda, no es algo fácil en cuatro pasos, es un principio filosófico de 4 columnas para comprender mejor el placer de vivir sin miedo a lo que no podemos controlar y así existir sin inclinar la cabeza ni rendirnos. Hagámoslo parte de nuestros procesos.
Nota: Esta es una serie de pensamientos y razonamientos personales que comparto, es muy probable que se mantenga en edición, corrección y agregue nuevas ideas, nada es más contundente que una mente en edición constante.