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Antes de que la pandemia y el encierro con el que intentamos controlarla se hiciera presente en nuestras vidas, comenzaba a hacer intentos por estar más presente en los medios y círculos del dibujo, lo cual no es necesariamente sencillo; mucho menos si intentamos que ello sea algo mínimamente lucrativo, al menos que pague algunas cuentas.

No hablemos de vivir completamente del dibujo e ilustración, dado que no solo está siendo mal pagado desde hace algunas décadas, sino que, además, con el uso de Inteligencias Artificiales (IA) algunas personas que con trabajos pagaban por una ilustración ahora ni siquiera lo intentan.

Así pues, mis intentos por estar presente en algunos eventos, expos y ferias para hacer dibujos a las personas asistentes se vieron interrumpidas por una cuarentena que duró más de dos años, con sus relativas fluctuaciones; al menos no podía estar en eventos o simplemente ya no había tales.

Y entonces, decidí hacer dibujos por comisión, ofreciendo primeramente “como emergencia” mi trabajo a personas a quienes me presentaba por medio de campañas en Meta (Facebook, principalmente). Así comenzaron a llegar poco a poco los primeros pedidos, hasta que, debido a la exposición, fui encontrando nuevos clientes más comprometidos con dibujos frecuentes que me han permitido crecer, exponerme, ser visto y contar con trabajo no mal pagado en proyectos cada vez más relevantes.

Y así, desde que la epidemia nos cambió la vida, la caricatura me salvó como artista, como emprendedor, comunicador y hasta como persona; me dio la oportunidad de vivir incluso del dibujo mismo y acercarme cada vez más a mi meta de vivir del dibujo y para el dibujo. Mientras muchas personas y empresas perdían sus fuentes de trabajo y artistas veían cambiar su danza, instrumentos y escenarios por entregas, manualidades o importaciones de entrega rápida, yo hallé un refugio seguro en algo que amo y aún me permite vivir y crecer; quizá es suerte, tal vez que también hice las cosas correctas. Y el talento, no me olvido de que tengo talento, no es vanidad decirlo, me lo debo repetir para poderlo usar.

En el peor de los momentos, la caricatura me salvó.

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